miércoles, 18 de octubre de 2017

AMOR A PRIMERA VISTA

Él me eligió hace más de año y medio
aquel inolvidable 23 de julio.

Se aproximó a mí desde el fondo de la sala.
Sin titubeos, se abrió paso entre los demás.

Se sentó a mi lado
con una rotundidad absoluta,
sorprendente, desconcertante.
Con la seguridad de que ese era su sitio.

Sin pedir permiso, se apoyó sobre mi costado izquierdo
y allí descansó su cabeza, confiado,
con la certeza de un amor duradero
con la intuición de un hogar cálido.

Nada sabía de mí
nuna me había visto
no me esperaba en su vida y no le importó.

Simplemente me vió
y supo que yo era para él.

Me dejé llevar por su intuición
con la tranquilidad de que, a veces
la vida elige por tí...
y elige bien!

Al tiempo, me dí cuenta de que,
él era justo lo que necesitaba
y también yo lo era para él.

Juntos saboreamos cada día
sin importarnos nada más.

Juntos jugamos, cazamos
y corremos uno tras otro hasta caer desplomados.

Brincamos como posesos en el sofá
y nos escondemos detrás de las almohadas.

Oteamos por las ventanas
y estamos atentos para atrapar
algún ser alado o alguna estrella fugaz.

Nos tumbamos en el suelo e imaginamos
secretos y recónditos lugares que explorar.

Dormimos hasta que nos duele el cuerpo
nos desperezamos y bostezamos sin pudor.

Nos levantamos en medio de la noche
balbuceamos y pululamos por la casa como lunáticos insomnes.

Y cuando soñamos con temibles lobos
nos acurrucamos el uno contra el otro hasta que llega el alba.

Comemos vorazmente, con alborozo
lamemos los platos complacidos,
sin importarnos los protocolos.

Pasamos las horas escudriñando el infinito,
lo plegamos, lo arrugamos y lo lanzamos
de uno a otro confín.

Y al final del día,
nos echamos tripa arriba
abiertos, confiados, agradecidos a la Hermana Luna
por regalarnos este amor tan intenso, salvaje, intuitivo, real.


       






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