durante los 99 días de este interminable verano.
Recogida, regocijada
me zambullo en su música amniótica y sideral.
Segura, protegida,
como feto en el vientre materno.
A salvo durante unos minutos,
cada noche en el retorno a casa,
ahuyento mis fantasmas cotidianos.
Fuerzo mis pasos
para marcar el ritmo de "Paranoid Android"
y acelero con "There there".
Ultrarrepetidos acordes y sonidos
que tantas veces me han arropado,
forrando de algodones, a veces punzantes,
estos días en que mi alma se siente frágil y solitaria.
La voz afilada y penetrante de Tom Yorke
dibuja mi desgarro interior,
encajando cual sinapsis
con mi hartazgo, apatía y desilusión general.
Actuando como ácido balsámico y neurotransmisor
de una chispa de esperanza.
Atravieso el gigante azul y blanco de hierro,
y a cada exhalación imagino que éste me empuja
suave e irremediablemente hacia la oscura corriente...
Vuelo, floto,
me licúo, me evaporo,
mecida por el viento
y los sonidos xilofónicos de "No surprise"
dulce y templada canción de cuna adulta.
Que duele...
Y alivia, a la vez...