"Mariposas, estrellas y rayos de luna".1996
Anabel Garay
Debo confesar mi extraña relación amor-fobia hacia estos seres.
Desde niña los he dibujado, pintado cientos de veces, de cientos de colores.
Realmente me resultan bellos en sus formas, sus movimientos, su biología.
Sus diseños simétricos, a veces tribales,
despiertan en mí, una curiosidad y atracción misteriosa, casi mágica.
Su efímera existencia
(la mayoría vive sólo unos días en la fase de insecto)
me resulta poética incluso trágica.
Aunque, paradójica y casi simultáneamente, me producen terror.
Un pavor...totalmente irracional, ridículo, desproporcionado;
especialmente cuando un lepidóptero y yo compartimos un espacio cerrado y pequeño...
Su aleteo caótico,
aparentemente descontrolado,
se convierte en un ataque kamikace y totalmente personalizado hacia mí.
Antes de que una "maléfica" polilla me intercepte y envista repetidas veces
yo ya he sufrido varios microinfartos y he urdido varias estrategias de defensa, ataque y huída
(sin mucho éxito).
Es absurdo, cómico y a la vez incómodo vivir con esta condición,
pienso que puede ser una reminiscencia de una vivencia que tuve de muy niña:
"Una mañana de verano, yo dormía tranquila,
en mi pequeña cama blandita, de cabecero niquelado,
en la seguridad y protección del hogar paterno.
Cuando al amanecer, me desperté precipitadamente y
noté como un ser alado, que no supe identificar,
intentaba entrar en mi nariz con insistencia.
Somnolienta le dí un manotazo, me libré de él y me volví a dormir."
No fué hasta bien entrada la juventud,
cuando tuve las primeras experiencias fóbicas hacia polillas y mariposas en general.
En la próxima entrada contaré un inquietante sueño
que he titulado: "Mariposa de color sangre".
Bueno, ya lo he dicho:
"SÍ , SOY LEPIDOPTEROFÓBICA"
y espero que todos digáis eso de... "TE QUEREMOS!"