San Miguel de Lillo
un habitante prerrománico del monte Naranco.
Paseo varias horas rodeándolo,
dibujando con mis pasos un círculo de no más de 100 metros,
como si una extraña e inevitable fuerza de gravedad
me hiciera orbitar a su alrededor.
dibujando con mis pasos un círculo de no más de 100 metros,
como si una extraña e inevitable fuerza de gravedad
me hiciera orbitar a su alrededor.
Lo observo desde todos los ángulos,
me acerco, lo toco, lo recorro, acaricio tímidamente sus muros.
Y este animal de roca, de más de 1000 años, me devuelve otra caricia
más arenosa, terrosa...pero firme, digna, noble.
me acerco, lo toco, lo recorro, acaricio tímidamente sus muros.
Y este animal de roca, de más de 1000 años, me devuelve otra caricia
más arenosa, terrosa...pero firme, digna, noble.
Al ascender por la ladera y alejarme
su textura me parece más blanda, casi de plastilina.
Como si un niño del medievo
lo hubiera modelado y expuesto sobre una alfombra verde.
su textura me parece más blanda, casi de plastilina.
Como si un niño del medievo
lo hubiera modelado y expuesto sobre una alfombra verde.
A la hora de comer los visitantes abandonan el paraje.
Hasta los restauradores recogen sus bártulos
y se marchan de manera apresurada y polvorienta en su jeep.
Hasta los restauradores recogen sus bártulos
y se marchan de manera apresurada y polvorienta en su jeep.
Y entonces,
me quedo completamente sola en este delicioso lugar
lleno de quietud y de energía palpitante y serena.
lleno de quietud y de energía palpitante y serena.
Me tumbo sobre la hierba, salpicada de flores,
mullida, esponjosa, templada.
mullida, esponjosa, templada.
Me dejo hundir en este agradable colchón
el más blando...suave y acogedor que pueda recordar.
el más blando...suave y acogedor que pueda recordar.
Y siento que vuelvo a mi cuna.
Protegida, feliz, en paz.
Arropada,
por una inmensa y algodonada colcha verde, de tupido arbolado.
Mecida,
por la mano de GAIA.
Protegida, feliz, en paz.
Arropada,
por una inmensa y algodonada colcha verde, de tupido arbolado.
Mecida,
por la mano de GAIA.
Y así, me abandono al cuidado de esta madre...
que me acuna y susurra...
con un amor infinito.
que me acuna y susurra...
con un amor infinito.